Thursday, August 17, 2006

justicia y trabajo

El trabajo es ante todo un derecho humano. La dignidad del hombre depende de la oportunidad de formar parte de la construcción y la realización del bien común, y este propósito intrínseco se expresa en el trabajo.
En el mundo social, además de aportar medios para la subsistencia a través del acceso a la renta, y de permitir la integración, el trabajo conlleva implícita la posibilidad de la realización personal.
La remuneración justa integra el compromiso del trabajador con el trabajo y su reconocimiento por parte de la empresa. La valoración del trabajo, como factor principal de la dinámica social, implica un compromiso recíproco, cuya retribución se expresa en el salario justo.
Los criterios para la remuneración justa suponen entonces, primeramente, una aportación efectiva del trabajador a la producción y luego, una valoración de este trabajo también efectiva.
El trabajo no es una mercancía, al ser naturalmente una actividad humana, releva a la persona y pone al sujeto que trabaja como centro de la relación. En este sentido el salario debe necesariamente permitir que el trabajador satisfaga sus necesidades sociales y económicas básicas.
Pero, más allá de la teoría, y a pesar de su lógica, la realidad es que la dimensión ética del trabajo humano no encuentra en nuestros días un camino fácil.
La explotación infantil a través del trabajo, comunidades completas afanando las cosechas de caña durante quince horas diarias por un dólar y medio a la semana, niños cargando más peso que el propio para tener agua, los nefastos sistemas previsionales y de protección del trabajador, son sólo ejemplos de una sociedad que no aún no alcanza, ni por las astas, condiciones mínimas de dignidad en el trabajo humano.

RSE


Nuestro tiempo ha producido una enorme cantidad de discusiones y proposiciones respecto al ethos colectivo y a la responsabilidad social de las instituciones que lucran y trabajan con interacción humana.
La convivencia legítima de los intereses de las distintas entidades sociales, es un desafío en construcción para nuestra generación. Hoy sabemos que sólo una ecualización en la repartición de los beneficios del sistema, puede encaminar a la sociedad hacia modos más justos y éticos de convivencia, dónde el desarrollo sea una escalada cualitativa para la vida de todas las personas.
Esta idea de responsabilidad común, en el contexto occidental social de hoy, centrado en la materialidad y el dinero, exige un comportamiento efectivo de los actores empresariales e industriales, de los grandes y medianos conglomerados, que conforman la empresa productiva.
La Responsabilidad Social Empresarial surge, por una parte, como una respuesta a los nuevos cánones de los medios de producción; en el modelo neo liberal clásico, las propias entidades productivas evolucionan naturalmente para democratizar su éxito y derramar beneficios en la sociedad. Por otra parte, también aparece como un concepto clave para reparar y refundar la relación entre los dueños de los medios de producción y sus trabajadores, comunidades y entorno.
La Responsabilidad Social Empresarial es una estrategia corporativa que, sin apartarse de los fines racionales del negocio, crea un conjunto de prácticas que producen beneficios (y evitan daños) para todos los interesadas directa o indirectamente en la acción de la empresa.